(QUO) — Durante mucho tiempo se pensó que acertar un penal era cosa de azar; sin embargo, numerosos estudios pretenden desmentirlo e incluso ofrecen la fórmula infalible del penal perfecto.
David Lewis, un matemático británico de la Universidad de Liverpool, analizó miles de disparos y llegó a la conclusión de que es posible para los pateadores reducir los fallos al mínimo.
La carrera anterior al contacto con el balón debe ser de entre cuatro y seis pasos. Esto le permitirá al futbolista conseguir un impacto con la fuerza ideal que debe estar entre los 80 y los 100 kilómetros por hora.
“Si va más rápido, aumentan las posibilidad de un fallo, porque el tiro pierde precisión”, dice Lewis.
Otra recomendación es pegarle a la pelota con el interior del botín: según sus cálculos, el 75% de los tiros lanzados de esta manera se convierten en gol. Pegarle con las agujetas, dice Lewis, reduce las posibilidades en un 25%.
El juego de lo impredecible
Por su parte, Ignacio Palacios-Huerta, economista español que trabaja en la London School of Economics analizó si los futbolistas profesionales eran buenos analistas y jugadores de la teoría de los juegos: si su forma de patear variaba partido a partido, para parecer impredecible.
El economista estudió más de 1,400 penales tomados entre 1995 y 2000 y descubrió que cada jugador carecía de un ángulo favorito.
Palacios-Huerta se enfocó después en los futbolistas que habían pateado más de 30 penales en ese periodo, y se dio cuenta de que eran extraordinarios participantes de la “teoría de juegos”, porque sus disparos siempre parecían elegidos al azar.
En la ciencia de los penales, estas estrategias aparentemente aleatorias, absolutamente impredecibles para el otro participante, constituyen lo que en la teoría de juegos se llama una “estrategia óptima”.
La perfecta atajada
En el arte de los penales también figuran los arqueros. El año pasado, un estudio publicado por Michael Bar-Eli, economista de la Universidad Ben-Gurion, en Israel, mostraba que los porteros se tiraban hacia alguno de los postes en el 94% de las veces. Sólo el 6% se quedaba en su lugar.
Según la investigación, que estudió casi 300 penales de las ligas más importantes de Europa, los arqueros adivinaban la dirección de los lanzamientos alrededor del 40% de las ocasiones.
Pero esta cifra es engañosa: los porteros que logran acertar en la dirección, atajan sólo el 25% de los penales. Lo que sorprendió a Bar-Eli fue encontrar que, cuando se quedaban quietos, los porteros paraban con éxito el 60%.
La conclusión del informe era que, quedándose en el centro, los arqueros podrían aumentar del 13 al 33% su porcentaje de penales detenidos.
Y, sin embargo, aun sabiéndolo, los arqueros seguían lanzándose hacia los costados. La hipótesis del investigador israelí es que la conducta de los guardametas está condicionada por el “sesgo a la acción”.
El “sesgo a la acción” es una situación en la que “hacer algo” está mejor percibido que “no hacer nada”, aun cuando los resultados no sean necesariamente mejores.